Hay un grupo de mujeres que son secas para encontrar a esos hombres
problemáticos, y no me refiero a esos weones infieles, mentirosos o
golpeadores, sino, aquellos que su vida es un dramón eterno, lleno de
conflictos familiares, inestabilidades emocionales o infelices por culpa de una
relación anterior, en definitiva, las teleseries de Victoria Ruffo son una
alpargata al lado de la historia personal de este tipo de pasteles.
Este tipo de mujeres, que de verdad tienen ojo de lince para encontrarse
con un modelito de éstos, tienen un complejo escondido de madre Teresa de
Calcuta, quieren protegerlos y sanarlos para devolverlos nuevamente a la vida,
y quizás, en el interior de ellas sueñan con ser las heroínas de una novela
romántica, requetecontra jurando de guata que tendrán un “y vivieron felices
por siempre”.
Este tipo de hombres son sumamente peligrosos para el estado emocional
femenino, ya que suelen cargar con su mala energía a las amorosas chiquillas
consentidoras, pero no porque ellos quieran, sino, porque están tan meados de
gato que sus vibras negativas son más fuertes que ellos.
Lamentablemente los hombres drama suelen utilizar a este tipo de mujeres,
ya que les sirven como psicólogas, terapeutas e incluso, pueden ser sus amantes
ideales, pero pese a que ellas se sepan el kamasutra al revés y al derecho, es
muy posible que ellos una vez renovados, y que vuelvan a sentir esas ganas de
vivir, como buenos ave fénix que son, abrirán sus alas y migrarán a otros
brazos.
Pero heroínas al rescate de hombres caídos, no se depriman, ustedes son
sumamente necesarias, realmente le hacen un bien a la sociedad, ya que por cada
“trabajo” o sujeto rehabilitado de penas y problemas, ustedes consiguen que en
un futuro dos personas sean felices; el pastel dramático y la nueva
protagonista de su historia.